#PromesasSobreRuedas
Como parte de la campaña #PromesasSobreRuedas, artistas de diversas disciplinas se sumaron para llevar el mensaje a la sociedad y autoridades. El resultado: una instalación inmersiva que nos llevó a comprender mejor las adversas condiciones del trabajo en aplicaciones.

Inmersiva del reparto x Miguel Solís
¿Cómo es la realidad cotidiana del reparto? En esta pieza sonora, Miguel Solís combina testimonios de personas repartidoras con el entorno urbano y los sonidos que pautan el día a día de quienes trabajan en aplicaciones. ¡Ponte los audífonos y descúbrela!

«Promesas Sobre Ruedas» x Camilo Lara
Conocido por su trabajo con el Instituto Mexicano del Sonido, el músico y productor Camilo Lara se sumó dándole vida a la canción «Promesas Sobre Ruedas».
Diarios sonoros x Eduardo Ramón y Miguel Solís
El ilustrador Eduardo Ramón ideó las piezas gráficas que acompañaron a los relatos testimoniales sonorizados por Miguel Solís. El resultado: piezas únicas que, en cuestión de segundos, nos revelan la compleja realidad de las personas repartidoras.
Retratos x Andrea Murcia
Inspirada por las realidades que las personas repartidoras compartieron con Oxfam México, la fotógrafa Andrea Murcia creó esta serie de 4 retratos.

María es una joven egresada de licenciatura. Durante los primeros meses de la pandemia formó parte de la lista del recorte de personal y no encontró un trabajo relacionado a su profesión. Los gastos no le dieron prórroga y, desde hace diez meses, comenzó a trabajar como repartidora en su bicicleta.
Anteriormente usaba la bici únicamente para pasear con amigos. Ahora, ésta es una de sus principales herramientas de trabajo con la que ha aprendido a conocer más la ciudad. Sin embargo, en estos diez meses se ha enfrentado a riesgos de accidentes porque no hay las suficientes vías para ciclistas y porque, en algunos casos, las personas que van en auto no se cercioran que no haya alguien antes de abrir puertas. También la han discriminado por andar sola en bici y, en algunos restaurantes, la retiran de la entrada para que no la vean ni cause mala impresión ante los comensales. Aunque su objetivo es que este trabajo sea temporal, aún no hay oportunidades en su especialidad.
Al ser su única fuente de ingresos, labora en la app seis días a la semana una jornada completa o a veces unas horas más dependiendo del clima y del horario. Ella asegura que es mejor trasladarse a zonas céntricas de la ciudad para obtener más pedidos, aunque es mucho el desgaste físico en comparación de los pagos y propinas. Cuando es muy noche, se une con otras repartidoras para acompañarse y disminuir los riesgos de acoso y asalto.

Maribel es una mujer adulta y madre soltera de un hijo menor de edad. Para ella, trabajar como
repartidora, es una buena oportunidad para tener ingresos sin haber tenido muchos estudios y, sobre todo, porque puede elegir sus horarios. Anteriormente laboraba como secretaria, pero entre conocidos le comentaron el trabajo como repartidora y le atrajo la idea de ser su propia jefa.
Maribel tiene 2 años trabajando como repartidora. Al principio tenía pedidos recurrentes, pero asegura que el número de socio-repartidores aumentó y ahora es difícil tener la misma cantidad de ingresos que antes, sobre todo porque ahora tiene que entregar facturas de sus ganancias y también tiene que pagar el servicio de un contador para realizar las declaraciones ante Hacienda.
Su rutina comienza en cuidar y acompañar a su hijo para que tome las clases en línea, comprar la despensa, realizar actividades domésticas y, por la tarde, sale a trabajar en su bicicleta. En algunas ocasiones, su hijo la acompaña cuando sus jornadas son muy cortas. Aunque implica un mayor riesgo en caso de accidente para los dos, ella se siente más segura estando cerca de él y trabajando para darle lo necesario.
Ella confiesa que tendría una mayor estabilidad si contara con un seguro y una mejor paga para cubrir gastos. Por ahora, este trabajo es la mejor opción para cuidar y ayudar a su hijo en la escuela, pese a la poca ganancia en comparación de las horas de trabajo.

Braulio es un adulto mayor desempleado. Por muchos años trabajó en una empresa pero, debido a su edad, fue difícil conservar su plaza. El trabajar como repartidor no le da una formalidad que, por una parte, le conviene pero al mismo tiempo pone en desventaja. Él elige qué días y en qué horarios quiere y puede trabajar.
En un principio había considerado realizar las entregas en bici. Lo de menos era aprender a transitar en la ciudad, pero le pareció muy peligroso. Por esta razón, optó por realizar las entregas a pie. En cuanto a la tecnología, las primeras veces le fue un poco difícil familiarizarse para ingresar a la aplicación y usar el mapa pero, con la práctica, todo le ha sido más sencillo. Sólo a veces le parece complicado seguir las indicaciones del viaje.
Para ganar al menos 200 pesos al día, Braulio necesita invertir la mayor parte de las horas haciendo entregas. Cuando éstas son muy cercanas y su esposa tiene energía, lo acompaña. La desventaja inmediata es que debe tener diferentes perfiles en la app para modificar su edad y así no lo saquen de la plataforma fácilmente.
Braulio menciona valorar su vida y lo poco o mucho que tiene es porque trabaja y porque le echa
ganas. Reconoce que es un trabajo de mucho esfuerzo físico porque hay que saber ir en contrarreloj y ser rápido, pero no es un empleo bien valorado porque se gana poco.

Luis Fernando es profesionista y es de Venezuela. Decidió iniciar un nuevo camino en Ciudad de
México para apoyar económicamente a su familia a la distancia. Desafortunadamente no tuvo éxito porque le pedían permisos laborales y otros papeles con los que no contaba. Su última alternativa fue trabajar como repartidor por medio de apps.
Al principio realizó las entregas en bicicleta. Si bien aprendió mucho sobre las rutas y zonas de la ciudad, terminaba muy cansado, ya que el esfuerzo físico era mayor que las ganancias monetarias.
Después de unos meses, contó con el apoyo de amigos para comprarse una moto a crédito y ahora es el medio de transporte que más usa para trabajar aunque las comisiones son menores que en bici. Él asegura que le va muy bien este trabajo porque realiza muchas entregas y siempre es atento con los comensales para tener una buena calificación, aunque su jornada llega a ser de once horas al día para lograr cubrir gastos. A pesar de eso, él ha recomendado este empleo a otras personas que no tienen o tienen pocos ingresos.
Sin embargo, hace unos meses sufrió un asalto mientras entregaba un pedido en zona roja (término que tienen entre las personas repartidoras). Ante la sospecha, escribió al soporte de la aplicación, pero tuvo una respuesta tardía. Según su experiencia, algunos comensales crean perfiles falsos para solicitar alimentos, pero en realidad es para robar el efectivo de los pedidos, casi no roban celulares, aunque es una herramienta de trabajo primordial.

«Hoy me dijeron que soy una muerta de hambre. La verdad es que yo recientemente empecé a trabajar, pues sí me quedaba con esa idea de qué feo que me digan así, yo no me siento así, pero ya después lo agarramos como algo normal, ya ni modo, pasó y va a seguir pasando»
Erina, 20 años

